La toxina botulínica es una proteína de origen natural purificada que procede de la bacteria Clostridium botulinum, la cual produce siete tipos de toxinas, pero de éstas, sólo se utiliza la toxina botulínica de tipo A, que tiene la propiedad de alterar las terminaciones nerviosas responsables de la contracción muscular, paralizando el músculo de forma reversible para no generar arrugas en la piel.
Aplicación y acción
La toxina se inyecta con una pequeña aguja dentro del músculo que origina la arruga. Se aplica en pocos minutos, es indolora y no requiere tiempos de recuperación, por lo que podrá reincorporarse a sus actividades cotidianas inmediatamente después del procedimiento. Comienza a actuar a partir del segundo día y el resultado final puede verse entre los 7 y los 10 días de haber sido aplicado el producto. El tratamiento no altera la expresión natural del rostro y no agrega volumen; su acción puede durar entre cinco y seis meses.
Zonas de aplicación
Las zonas más frecuentes de aplicación son las arrugas del tercio superior de la cara, las llamadas "patas de gallo" y las arrugas de la frente. También se aplica toxina botulínica sobre las arrugas del cuello; escote, la caída de las comisuras de los labios; la "sonrisa gingival" (al sonreír puede verse parte de la encía) y en las "líneas de conejo" que son aquellas marcas que aparecen en la parte alta de la nariz.
También es utilizado exitosamente en casos de hiperhidrosis (sudoración excesiva) axilar, palmar y plantar.
Reacciones secundarias
En algunos casos se puede presentar hipersensibilidad, hematomas (moretones), o en raros casos dolor de cabeza. Todo ello transitoriamente. Puede llegar a presentarse una sensación de ardor que dura de uno a dos minutos tras la aplicación.
Botox: toxina botulínica de origen estadounidense
Dysport: toxina botulínica de origen francés
Ambos productos se han posicionado como los líderes a nivel mundial en el tratamiento antienvejecimiento.